lunes, 9 de julio de 2007

El Círculo Perfecto


¿Es posible pensar que una sociedad integra alcance a comprender el límite de sus errores? ¿O quizás solo se puede esperar que los repita hasta el agotamiento? Talvez una tercera hipótesis se hace más plausible en el caso particular de Bolivia, a saber; los errores circulan de manera indefinida. La historia de nuestro país es un círculo perfecto. De tiempo en tiempo reaparecen -independientemente de quien sea el eventual encargado de su ejecución- los mismos errores, los mismos argumentos y hasta los mismos vértigos. Este síndrome se instala en todos los niveles de la vida nacional. Los actuales jerarcas públicos juran que todo lo anterior estaba mal y lo mismo harán los próximos funcionarios, y los que les sigan y así la historia suma cero. Hay que reiniciarlo todo otra vez, somos una nación en permanente estado de “reset”, un bucle infinito. A finales del siglo XIX se cambia la cede de gobierno. Fue un argumento político de utilidad evidente, hoy es un argumento de utilidad recurrente. En realidad no cambia ni siquiera el lenguaje base. Para lograr el efecto diferenciación se añaden algunos términos más novedosos pero en esencia el principio es idéntico; hacemos lo mismo pero de otra manera.

Cuando todo parece que realmente obedece a una matriz diferente, cuando la situación aparenta profundas transformaciones nos percatamos que al efecto clon le sigue el efecto resonancia. Así, a principios del siglo XX la manera más fácil de evitar problemas o enmendar errores consistía en la hábil utilización del lenguaje; el doble discurso cualifica a los políticos, los mostraba “duchos”. Se decía entonces que el Dr. Salamanca doblegaba la realidad con el discurso. Hoy no tenemos ningún Salamanca pero el mecanismo permanece activo, inmutable pese a que Salamanca perdió la Guerra del Chaco.

Todo suena diferente pero solo son una repetición de eventos ya ejecutados. Las reformas de hoy se ejecutaron hace 40 años, los culpables de hoy fueron señaladas hace cuatro décadas, las cosas se nacionalizaron como tres veces etc. En el fondo cada periodo es una reproducción de alguno anterior solo que se muestra diferente por variaciones de forma y por tanto su denominación se altera pero no su contenido. Antes, cuando un error se hacia tan evidente que era casi imposible escamotear una explicación creíble los culpables eran siempre y en sujeción a la norma, los del régimen anterior. Hoy la variante es semántica, no son los del régimen anterior; son los neoliberales.

Sin embargo, ¿esto es así sólo en Bolivia? ¿La historia de los otros países es diferente? No, todos repiten el guión excepto que, en unos la replica comporta superaciones dialécticas, cada bucle ha superado el error previo de manera que la historia nunca suma cero. Nuestro problema no radica en la extracción étnica de los actores, no se desplaza a la diferencia racial; la exclusión solo es el producto de la repetición indefinida de un movimiento inicial, un error en la genética de la historia que terminó diseñando un círculo infinito que a su paso reproducía lo mismo, las mismas diferencias, las mismas similitudes, los mismos discursos, los mismos errores, los mismos dolores, los mismos actores, por eso es que nos invade esta sensación de estancamiento inexplicable o de retroceso recurrente. En realidad se trata de esta imposibilidad dialéctica de superar nuestros errores en el devenir infinito de la historia.

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