
Pocos saben que entre 1997 y el año 2005 la humanidad perdió más de 4 millones de ciudadanos en guerras tanto civiles (internas) como internacionales. El 75% de sus victimas fueron civiles. De la posguerra (1945) a la fecha murieron 17.3 millones de personas en conflictos armados. A más de estas cifras deben agregarse los desplazamientos humanos que huyen de la violencia y de la muerte. Se estima que entre 1997 al 2005, 40 millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares, ciudades o poblados en condición de refugiados, 20 millones dentro de su propio país y el resto a naciones externas. Acechados por los vientos de la violencia en su camino miles encuentran la muerte al activar minas personales o manipular bombas que no explotaron, aproximadamente 20 mil personas resultan anualmente heridas por esta causa, pese a ello, en la actualidad las naciones –ricas y pobres- poseen en conjunto un total de 240 millones de minas listas para ser empleadas. Si uno observa el planisferio solo 14 naciones no reportaron en los últimos 9 años muertos y heridos por explosión de minas personales.
Estas enormes cifras dan cuenta de una verdadera economía de la muerte y el terror. Para formarse una idea solo habría que decir que el mundo invirtió en investigación científica bélica el año pasado 60.000.000.000.000 (60 billones) de dólares, un monto con el que, en un solo año se eliminaría el 100% del hambre en el planeta. Este despliegue de tecnología y conocimiento científico se refleja en la existencia de 22 mil dispositivos atómicos (de los 55 mil existentes en 1985) y aunque únicamente se utilizaron con fines bélicos 2 bombas atómicas en la Segunda Guerra Mundial, los países poseedores de ojivas nucleares explosionaron 2.030 bombas desde 1945, un poder de destrucción tan inmenso que si hubiesen sido utilizadas en objetivos urbanos no quedaría un solo habitante vivo en el planeta, y ni una sola ciudad en pié.
En referencia a las armas de corto calibre como revólveres o pistolas, (guardando las distancias tecnológicas) éstas no parecen ser menos brutales, de hecho causan la muerte de 500 mil personas cada año, 200 mil en actos criminales y 300 mil en conflictos bélicos, básicamente guerras civiles. El “pequeño” negocio mueve 5 billones de dólares al año y moviliza 500 millones de armas cortas en todo el mundo.
El costo de la vorágine de terror producto de la violencia bélica sumaba el año 2000 alrededor de 810 billones de dólares. En el 2005 Israel gastaba 1.650 $us por persona/año en gastos militares, Estados Unidos 1.045, Arabia Saudita 1.114 incluso Brasil se localiza entre las naciones de mayor gasto bélico con 334 dólares anuales por persona. Estos montos cubren por cierto los fondos requeridos para mantener 54 millones de soldados activos y en reserva que actualmente tienen los países del planeta, de ellos, 22 millones forman los ejércitos regulares.
El oscuro panorama descrito (que en todo caso se redujo sustancialmente después de la Guerra Fría) tiene sus propios escenarios. Entre 1997 y el año 2005 solo 2 guerras civiles se produjeron en países con Índises de Desarrollo Humano alto, en los países en que éste índice tiene un valor medio se produjo el 25%, y en las naciones con IDH bajo se libraron el 50% de las guerras civiles.
Estas enormes cifras dan cuenta de una verdadera economía de la muerte y el terror. Para formarse una idea solo habría que decir que el mundo invirtió en investigación científica bélica el año pasado 60.000.000.000.000 (60 billones) de dólares, un monto con el que, en un solo año se eliminaría el 100% del hambre en el planeta. Este despliegue de tecnología y conocimiento científico se refleja en la existencia de 22 mil dispositivos atómicos (de los 55 mil existentes en 1985) y aunque únicamente se utilizaron con fines bélicos 2 bombas atómicas en la Segunda Guerra Mundial, los países poseedores de ojivas nucleares explosionaron 2.030 bombas desde 1945, un poder de destrucción tan inmenso que si hubiesen sido utilizadas en objetivos urbanos no quedaría un solo habitante vivo en el planeta, y ni una sola ciudad en pié.
En referencia a las armas de corto calibre como revólveres o pistolas, (guardando las distancias tecnológicas) éstas no parecen ser menos brutales, de hecho causan la muerte de 500 mil personas cada año, 200 mil en actos criminales y 300 mil en conflictos bélicos, básicamente guerras civiles. El “pequeño” negocio mueve 5 billones de dólares al año y moviliza 500 millones de armas cortas en todo el mundo.
El costo de la vorágine de terror producto de la violencia bélica sumaba el año 2000 alrededor de 810 billones de dólares. En el 2005 Israel gastaba 1.650 $us por persona/año en gastos militares, Estados Unidos 1.045, Arabia Saudita 1.114 incluso Brasil se localiza entre las naciones de mayor gasto bélico con 334 dólares anuales por persona. Estos montos cubren por cierto los fondos requeridos para mantener 54 millones de soldados activos y en reserva que actualmente tienen los países del planeta, de ellos, 22 millones forman los ejércitos regulares.
El oscuro panorama descrito (que en todo caso se redujo sustancialmente después de la Guerra Fría) tiene sus propios escenarios. Entre 1997 y el año 2005 solo 2 guerras civiles se produjeron en países con Índises de Desarrollo Humano alto, en los países en que éste índice tiene un valor medio se produjo el 25%, y en las naciones con IDH bajo se libraron el 50% de las guerras civiles.


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