miércoles, 10 de octubre de 2007

Los Demócratas





Todos recordamos aquella famosa clasificación en la que Borges incorpora perros que a lo lejos parecen moscas, artificio que pretendía mostrar que las clasificaciones literarias lindan en el absurdo. En política sin embargo, son parte del método y de la acción. Por eso, y a propósito de los 25 años de vida democrática, se me ha ocurrido clasificar los diferentes tipos de ciudadanos democráticos que eventualmente podemos encontrar en Bolivia.

En la primera categoría podría agrupar a los demócratas clásicos y a los ortodoxos. Éstos se sujetan a los criterios inamovibles de los principios democráticos universales de origen inglés.

La segunda categoría reúne a los demócratas renovados, reciclados y reencontrados. Aquí radican los demócratas que pensando de una manera clásica actúan de forma renovada. Los demócratas camuflados, los infiltrados y los bien pagados hacen parte de los que se hacen pasar por democráticos en servicio de oscuras fuerzas despóticas. Los demócratas arrepentidos, los arribados y los insurgentes son los que aprovechando el confuso momento de la democracia boliviana se acomodan con eficiencia en las estructuras del poder. Los populares, los originarios y los indigenistas consideran que la democracia pasa por la mitología andina, es por ello que no creen en la república y prefieren el Kollasuyo. Son polifacéticos, pluriculturales y multiétnicos. Los liberales, neoliberales y reaccionarios, entre los cuales se agrupa a cualquier persona que hubiera hecho política antes del actual Gobierno, excepto los que fueron parte de algún grupo radical o terrorista. Los demócratas letrados, los expertos y los analistas son los que terminan confundiéndonos de manera convincente y alguna vez aciertan. Los oportunistas, los tránsfugas y los prefabricados son aquellos cuya característica los muestra como hábiles políticos que saben desplazarse sin mayores inconvenientes de un momento a otro o de una institución a otra, o de un partido a otro. Los de izquierda, que se hacen pero no son. Los izquierdosos que siendo no saben de qué se trata y los izquierdistas que en la actual coyuntura se han vuelto originarios. Los financistas los financieros y los financiados, categoría que agrupa a los que siempre terminan con buenas cuentas en el exterior. Los radicales y los moderados, cuya mayor característica estriba en el grado de convencimiento en los postulados de su agrupación ideológica. Los demócratas afiliados y los afilados, categoría de personas altamente vivaces que están siempre a la espera de pequeñas dadivas del Poder. Los demócratas creyentes y los demócratas impíos, ciudadanos cuya visión democrática pasa por la fe y la religiosidad. Los preferidos, los ignorados y los despreciados, categoría que agrupa a los que por lo general se mueven en los círculos más cercanos al líder de turno. Incluye demócratas caídos.

Podrían identificarse muchas más categorías, como las que agrupan a los simpáticos y a los antipáticos, a los ricos y a los pobres, a los demócratas antiguos, modernos y en retirada, a los buenos, los malos y los feos al estilo del clásico filme de Clint Eastwood. Los blancos, los gringos y los mestizos, etc. En la última categoría se localizan los demócratas verdaderos, en ella radican todos los que de manera honesta hicieron posible el ejercicio de la democracia; sin embargo, como las clasificaciones son siempre odiosas, es altamente recomendable no asimilarse a ninguna, no vaya a ser que en la perspectiva borgiana de la historia, todos —desde lejos— perezcamos moscas.

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