sábado, 1 de diciembre de 2007

El Estado Incierto


Un diputado de oposición se preguntó como se hizo para leer, analizar, fundamentar y aprobar el contenido de 3000 hojas impresas en el lapso de ocho horas. (3000 dividido entre 480 minutos da 6.25 min. por hoja) Alguien formulo una hipótesis plausible: 3 minutos de una lectura realmente veloz: un minuto de fundamentación, uno de análisis y uno de discusión. Veinticinco segundos para anotar. Los próximos veinte o treinta años de la vida de cada ciudadano serán guiados por tan exuberante demostración de agilidad mental

Cuando una ingenua periodista le pregunto al vicepresidente cual era su opinión en referencia al traslado de la Asamblea Constituyente a un recinto militar, la segunda autoridad del país respondió en tono molesto; “no es un cuartel, es un instituto”. Se refería al Instituto Militar que ha transformado el castillo de La Glorieta en un confortable campus militar.
El comandante de la Policía Nacional se quejo ante la prensa; “no volvemos a Sucre –dijo- hasta que nos den garantías”. Se deriva de sus palabras que solo cumplen su deber cuando la población a la que tienen que proteger los protege
La televisión mostraba un numeroso grupo de efectivos policiales frente a la cárcel pública de la ciudad de Sucre. De pronto decenas de reclusos empiezan a saltar por las ventanas y correr frente a la jubilosa presencia de las fuerzas policiales. Poco después frente a la incontenible protesta ciudadana se replegarían a Potosí. Algo como un “ahora te jodes” marcaba su retirada dejando a la ciudad abandonada a su suerte. El Estado renunciaba a su más sagrado deber: proteger a sus ciudadanos.
Un ministro llamaba jubiloso a festejar la aprobación de la flamante CPE justo en el momento en que en Sucre ingresaba a la morgue el cadáver de uno de los muertos en los disturbios.
El vocero de la presidencia declaró enfáticamente que es una barbaridad inaceptable que grupos desconocidos atacaran medios de comunicación. Una leve sonrisa remarcó la parsimonia de sus declaraciones.
Finalmente, apareció el Policía que había sido brutal y cobardemente degollado y arrojado a un barranco. No estaba muerto, estaba con la hermana.
Lo menos que uno puede experimentar más allá de cualquier sentimiento producto de lo anecdótico, es la angustia de un Estado Incierto, ni siquiera aparente, fallido o gracioso: incierto. El actual gobierno, en el afán por diferenciarse de sus predecesores a llevado a tal límite la naturaleza ideológica del Estado, que éste se ha diluido, se ha transformado en una estructura gelatinosa en la que todo se desliza por pliegues irreductibles. Todo es posible por irrisorio que parezca. El tejido social va perdiendo consistencia, de manera que se hace permisible, creíble, aceptable, justificatorio, hasta loable el gracioso y anecdótico episodio del policía arrojado al precipicio, peor aún, también se hace permisible que la policía haga fugar todo un penal y que el Director de penales diga que eso jamás paso. Por momentos todo complota contra la certeza de un Estado de verosímil.
En éste escenario ha de ser mejor asumir que estamos viviendo una ilusión. Es mejor pensar que sufrimos un episodio de incertidumbre ilusoria; nada de esto es cierto pero igual nos duele. Atravesamos el raptus de la incertidumbre del Estado en su expresión mayor; el caos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Indiscutiblemente el valor literario de la expresiòn periòdìstica de nuestro amigo, es envidiable.
La visiòn estereotipada y un tanto frìbola de la realidad es por lo que se desinfla un poco el artículo. Personalmente creo que no podemos articular criterios basados en la televisiòn y rumores de prensa teniendo en cuenta la calidad de la prensa en nuestro paìs, es exagerado pensar en un "caos", exclusivamente viendo fantasmas sólo en un espectro y repitiendo argumentos falaces de grupos ligados a la "creaciòn" de opiniòn con previsiones comerciales.
Me alegra el estilo y felicito a nuestro amigo por la iniciativa.
Gracias Andrei...
Xavier Peñaranda Salgado