jueves, 10 de julio de 2008

La Percepción del Caos


La convocatoria al Referendum Revocatorio puso al descubierto el caótico estado en que se encuentra la Nación. No hay un solo sector de la realidad nacional que no haya erosionado. En política mediante una perspectiva para muchos totalitaria cuyo fundamento da por sentado que las minorías no tienen derechos, es mas, no existen como dijo un diputado del partido de gobierno.En economía mediante un manejo deficiente y erróneo cuyo producto natural se traduce en una inflación creciente y un manejo errático de los factores macroeconómicos. En lo referente a la estructura social mediante la incorporación creciente de una visión excluyente y racista que ha logrado dividir la nación y acentuar las diferencias de sus propias visiones regionales.
Las argumentaciones oficiales sostienen que esta desorganización caótica obedece a la naturaleza del “cambio”, en los hechos sin embargo el “cambio” consistió en la reinstalación de las más viejas y retrogradas formas y mecanismos de administración del aparato económico, de la estructura social y de la orquestación político-ideológica de la sociedad. La impresión que se obtiene deja la imagen de un gobierno manejado bajo los paradigmas que la democracia había superado. La emergencia del campesinado como un bloque hegemónico no ha supuesto en los hechos una recomposición valorativa de la política. El común de los ciudadanos siente que sólo se actualizo de forma descarnada el prebendalismo, la compra de conciencias, los niveles de corrupción y sobre todo, la utilización instrumental de ese poderoso sector. El Estado unitario en pos del desarrollo de la sociedad boliviana ha quedado resumido a una lucha “taliban” por mantenerse en el poder. La relación del Estado con la Sociedad Civil ha sufrido golpes demasiado duros como para poder restablecer una conciencia unitaria. Todo el discurso de reconocimiento de la diversidad se ha mostrado engañoso, sino falso. Evo Moral concibe la unidad como la hegemonía andina y el sometimiento étnico del resto de la Nación.
Bajo una argumentación oportunista una buena parte de las etnias que constituyen el sustrato justificatorio del proyecto constitucional del partido de gobierno, objetivo final del actual entuerto, poseen un peso específico muy bajo. Sumando las poblaciones de quechua, aymara y etnias de Bolivia se obtiene 37.6% del total de la población del 2007 (G. Iriarte) Su utilización política se percibe como una trampa racista y por tanto, inaceptable.
Todo parece indicar que el gobierno del MAS se precipita de forma peligrosa en la trampa de sus propios espejismos, lo grave es que, no da seña alguna de percatarse de su gravedad.

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