viernes, 18 de septiembre de 2009

De revoluciones y revolucionarios


Todas las formas revolucionarias que surgieron en el siglo XX e incluso antes, se sustenta en el ideario de la regeneración social, económica, política y cultural. La idea de reinventar el Estado y sus instituciones conlleva la noción de transformar las visiones y las concepciones que se posee en determinado momento sobre la realidad, hay dos maneras de hacerlo, en el escenario de la libertad de pensamiento, o en el de un totalitarismo homegeneizante. La idea de renovarlo todo, es decir, la noción del cambio es sin duda el mayor logro de la especia humana, sin ella la historia suma cero. Sociológicamente la figura por la que se logra todo cambio real es la Revolución, empero, no todo cambio supone una revolución. Las revoluciones o procesos de cambio positivos implican la incorporación de elementos nuevos que coadyuvan el bienestar de la gente, se avanza cuando lo nuevo abre posibilidades positivas a futuro, En el sentido dialectico del término la Revolución se logra mediante el trastrocamiento del orden instituido, y su remplazo por otro teóricamente superior. La Ley dialéctica manda que el nuevo orden sea cualitativa y cuantitativamente mejor al régimen anterior. Sucede sin embargo que la historia es intricada y caprichosa pues en los hechos no toda revolución supone un avance. Hay procesos que trastocan el orden establecido y solo obtienen un retroceso. El proceso talibán es un buen ejemplo actual, o Cuba cuya Revolución ancló la sociedad cubana en el siglo pasado, o la ex Unión Soviética que colapso en el más escabroso desastre, en realidad solo produjo armas nucleares y mafias lo que muestra que una “revolución” retrograda solo puede producir desastres. En el caso que nos ocupa –la Bolivia bajo el Poder del MAS- no se termina de definir el signo del proceso en la medida en que el esfuerzo que el régimen imprime en retrotraer la historia 500 años atrás se asemeja al trastrocamiento talibán y poco se ve de una voluntad de avance en la historia en consonancia con el siglo XXI. Paralelamente, una confusa visión socialista no permiten ver con claridad que diseño de sociedad se pretende, técnicamente el socialismo masista es algo fuera del contexto conceptual y práctico establecido por el materialismo histórico, de hecho, no se hace socialismo repartiendo propiedad privada, como sucede ahora con la política de tierras. Para teóricos como Patzi, el proceso pasa por un indigenismo socializante que más bien se asemeja al fascismo italiano o al nazismo alemán de connotadas marcadamente racistas. Todos los argumentos de los “indigenistas” de nuevo cuño se inscriben en la lógica escarmentadora propia de las matriz fascista, el “ahora es cuando” sintetiza la semiología ideológica de estas posturas.

En suma, resulta difícil apreciar a estas alturas si la Revolución del actual régimen comporta un esfuerzo por llevar la historia adelante, y a través de ello mejorar las condiciones de vida de todos los bolivianos en una perspectiva moderna y acorde con el siglo XXI, o si por el contrario se trata de una revolución talibán –racista y excluyente- con los ojos puestos en el pasado y una visión confusa del futuro. Quizás las próximas elecciones exijan a sus lideres clarificar las visiones, y con ello, los bolivianos de a pie podremos saber, finalmente, que nos depara el futuro.

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