
La llegada al gobierno de Morales parecía garantizar un periodo de paz social y una reducción considerable de los conflictos, sin embargo, nada de esto se ha producido y la conclusión pareciera obvia, ni con unos ni con otros, síntoma claro que algo más se moviliza en las entrañas del Poder. En efecto, si antes de la elección de Morales la explicación pasaba por la certeza de que 500 años de marginalidad y explotación habían configurado un país cuyas contradicciones internas no habían alcanzado un punto de resolución generando una constante de conflictualidad, después del ascenso de Evo Morales la situación no parece haber cambiado, seguimos inestables excepto que la naturaleza de los mecanismos de consenso y negociación que se ponen en movimiento son ahora diferentes. En efecto, sustentados en un horizonte de identidades étnicas los conflictos se solucionan en el horizonte de las similitudes, esto otorga periodos de paz relativa por un lado, pero por el otro se exacerban las diferencias y las tensiones sociales. Si por el lado de las similitudes y afinidades raciales y étnicas resulta relativamente fácil alcanzar acuerdos “entre iguales”, con los sectores considerados blanciodes (entiéndase diferentes) las relaciones se deterioran cada vez más, una suerte de parcialidades da lugar a que amplios sectores de la sociedad boliviana no se sienten representados por el presidente, y en algunos casos, más bien, perciben una clara posición adversa.
Parece pues que en las entrañas de un país sacudido por la inestabilidad de forma crónica, el principio activo esta dado por el tensionamiento de los factores asociados a la raza cosa que hoy adquiere una virulencia inusitada. Los que hasta no hace mucho podían denominarse racistas pasivos (munidos de una conciencia no-política sobre las diferencias de raza) hoy se han convertido en racistas militantes encontrando en estos conflictos un filón de discriminación racial y política. De hecho hoy Bolivia es un país abiertamente racista porque todos los sectores que pueden diferenciarse por cuestiones étnicas tienen razones y argumentos validos; los indios por la dominación centenaria, los kharas por el curso que toma el Estado en contra de ellos y si por alguna misteriosa razón uno no cae en alguna de estas categorías simplemente no es nadie. La Ley es: o eres originario o eres khara o no eres nada. Trágico final para un país tan prodigo.
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